Los niños parecen vivir un mundo diferente y nosotros los mayores hemos creado un mundo diferente al que debimos crear.

La pureza y ganas de vivir de los niños deberían ser una constante en la vida humana. Nacimos con el pleno derecho a ser felices, no nacimos para sufrir. Combinar pureza, alegría, ganas de vivir y no quedarse anclado en el pasado sería sin duda una mezcla poderosa.

De buenas intenciones y deseos estamos rodeados cada inicio de año pero algo pasa con el transcurrir del tiempo que parece engullirlos. Los años pasados dejaron sus marcas, pero la meta que tengamos marcada no debería perderse en el tiempo, ni tan sólo un instante. Ya se pierde demasiado tiempo en pasatiempos que sólo producen fatiga, cansancio, cuando no estrés y traumas.

Las metas marcadas al inicio del año o de cualquier día ayudan mucho el devenir y el futuro. Buenas metas traen buenas consecuencias tanto personales, como familiares y sociales. Si analizásemos bien en qué distinguen las metas grandes de las medianas veríamos que se asemejan en el tesón y en el esfuerzo. Si supiéramos ver cómo conseguir grandes logros sin tanto desgaste por nuestra parte, entonces estaríamos mejor enfocados.

Observemos la acción del agricultor: poner la semilla o la planta en la tierra, regar cuando se requiera y darle su atención diaria, pero el mayor trabajo lo hace la naturaleza, la ley natural. Si supiéramos ver la forma de actuar en sintonía con la ley natural, obviamente, la ley natural trabajaría para nosotros.

Corremos demasiado tiempo contra reloj. Corremos demasiado por la vida. Cuando corremos tanto, los años pasan y nos dejan como una pasa. Correr en dirección incorrecta trae demasiada fatiga y resultados poco disfrutables. Manejar los días y controlar el tiempo parece una buena opción, pero no es la mejor. Deberíamos manejar mejor nuestra propia vida, porque al gobernar nuestro propio pensamiento, sentimiento y corazón, sencillamente gobernamos el tiempo, gobernamos la ley natural. Ahí está la diferencia entre ser esclavos o ser dueños de nuestra propia vida.

Es normal que los niños estén siempre deseando jugar y reír todo el tiempo, han estado mucho tiempo callados en el vientre de la madre y quizá demasiado tiempo en el vientre de la vida y por eso es natural verles sin parar y superarnos con su energía. Pero en la madurez, ganar sabiduría debe servir para gobernar el tiempo, los años deben servir para ganar sin ser derrotados.

Dicen que pasamos una media de 5 a 6 horas al día en entretenimientos. Si dedicásemos la mitad de ese tiempo en “correr hacia adentro” se invertiría el proceso, dejaríamos de correr contra reloj y sería el tiempo el que correría en nuestro favor. Es cuestión de saber cómo. Hay entretenimientos insaciables donde mucho es poco y hay momentos de interioridad o trascendencia donde tan solo un minuto llena todo el día.